Verte me partió el alma en dos pedazos. Se me llenó el cuerpo de tristeza, no puedo ni imaginar tu dolor. Queria abrazarte y darte toda la energía que tenía, hasta esa que deja mis ojos abiertos, quería que fuera tuya, que no sintieras nada feo, ni pensaras cosas feas. No sabía que decir, ni que hacer. Tu mirada no era la de siempre, ni la de bronca, ni de enojo, o impotencia, ni ninguna que hubiera visto hasta ese momento. Estaba perdida, triste, destruida. Espero por lo que más quiero que nunca vuelva a verla.
Ahí fue cuando caí en la cuenta de todo lo que te quiero, de que tengo ganas de acompañarte, de hacerte feliz, de demostrarte cariño con mis acciones, lo que sos, lo que me haces. Para mi eso no es poco, es un montón, (están más allá de lo controlable) porque son difíciles de aparecer en mi.
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